TALLAFOCS

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Me senté a descansar un rato, las piernas me dolían, la espalda, los ojos, los párpados. Era un día extraño, la playa se adentraba hasta la Albufera, la arena escarbaba entre los pinos y succionaba sus humores.

Miraba el horizonte, sólo veía portacontenedores, monstruos de metal, lejos.

El mar parecía papel de aluminio dispuesto a envolverme, una brisa fresca, dulzona, me sacude la cabeza, me despeja, ya oigo mejor, ya veo mejor, ya soy yo.

Sentado a un lado de la duna las hierbas crecian, desordenadas, miles de palitos de colores se arremolinaban a mis pies, como peces, aunque sólo eran basura, desechos de oidos humanos que ni oyen ni escuchan.

Giraba la cabeza de vez en cuando para ver si estaba sólo, me dejaba llevar por el sol, por las nubes, por el mar y pensaba que tal vez tenía todo lo que podía desear, que aquello sólo podría ser el paraíso, un lugar silencioso y lleno de vida, vidas frágiles, vidas que ocultan otras vidas.

Caminé por la orilla, me agachaba y ponía el oído donde rompían las olas como buscando la primera vez, ese sonido puro que sólo yo fuera capaz de oírlo.

Y volvía de vez cuando a girarme como esperando que alguien gritara mi nombre.

Y aún hoy cada día, de cada semana, de cada mes, de cada año, miro el mar, le desafío, le susurro, lo escucho, lo admiro, lo amo; y por un breve espacio de tiempo sueño que alguien grita mi nombre, y sin embargo, sólo el mar constante y poderoso rompe el silencio.

Hasta entonces, camino despacio, muy por el borde, esquivando la espuma, enciendo un cigarro, le pego una calada fuerte, con ganas, con fuerza, el humo penetra rápido en mis pulmones, me mareo, me inunda, me siento despacio, las piernas me duelen, la espalda, los ojos, los párpados…….

AGA

LA ESPERA

Hay arena que vibra mientras mis pasos trazan ciculos, oscuros, muertos, sin sentido.

Hay agua que moja mis zapatos, viento que golpea mi cara, luz que ilumina mis manos.

Hay horizontes que refulgen como estrellas, y hay sonrisas que merece la pena conservarlas en la memoria,

y te despejan dudas, y te limpian, y te abandonan.

Hay noches que no respiras, que el corazón se desboca, te descontrolas, te dejas caer, te ofuscas, te ahogas.

Hay días que de tan plenos te revienta el pecho, y las lágrimas rompen cristales de sal, mientras lloras en silencio.

Hay momentos que sentado esperas una visita, una mirada, una mano que se ofrece, una caricia que no és, un reencuentro, reclamar un poco más de tiempo, una llave que no abre puertas sólo las cierra, un poema largo.

Hay ropas que se desprenden como las viejas pieles, que por impropias no te pertenecen.

Hay tanto que sentir, tanto que leer, tanto que vivir, que duele pensar que hilo se agote sin ver crecer los arboles, sin sentir la lluvia en el cuerpo.

Hay poemas que nacen para morir al leerlos, de pura fuerza, con tanta intensidad que estallan como un destello, como una llama, sin sonido, ingrávido.

Y mientras tanto miro a mi alrededor, ojeo las caras, los cuerpos, veo mis manos, me toco la cara, me desespero, escribo con pausa, esperando, sólo esperando, quizá una estación nueva, una que empuje mi alma, o el sol, o el viento, y el mundo……

AGA